Hace 32 años ocurrió un sismo en la Ciudad de México, un evento de proporciones cataclísmicas que aparentemente dejó 10,000 muertos en aquella ocasión, un capitulo bastante amargo en la historia de este país.
El 7 de Septiembre pasado ocurrió otro sismo en el sureste del país el más intenso registrado en el territorio nacional, el cual daño fuertemente a los estados de Oaxaca y Chiapas.
El 19 de septiembre, en el aniversario del terremoto que devasto la capital en 1985, ocurrió otro de 7.1 grados en la escala de Richter.
Soy muy joven para recordar aquél 19 de septiembre de 1985 puesto que apenas tenía 1 año de edad, pero tengo edad suficiente para experimentar aunque sea de lejos el dolor y la impresión por estos eventos, cuando ocurrió este sismo yo estaba yendo hacia la tienda, era un día normal de trabajo, de repente en un grupo de whatsapp de esperantistas uno de los "samideanoj" comenzó a decir que si nos encontrábamos bien, puesto que se había enterado de lo acontecido, acto siguiente entré a twitter y lo primero que vi fue una toma desde un edificio alto que mostraba nubes de polvo saliendo de entre las calles, habían caído edificios, un poco aturdido por las imágenes y sin poderlo creer continué viendo los videos y las imágenes de lo que estaba sucediendo allá, gritos de personas, vidrios rompiéndose, alarmas, todo era un caos, ya de a poco me estaba llegando la realidad de la gravedad del asunto, esas escenas que yo había visto sobre el terremoto de 1985, opacadas por el velo del pasado, se estaban desenvolviendo en el presente ante mis ojos, los de millones de mexicanos y personas del planeta tierra, la pesadilla había vuelto a la capital el mismo 19 de septiembre como en aquella ocasión 32 años antes, la impotencia, los rescatistas improvisados, los milagros y la amarga realidad, todo venía como si fuera una copia al carbón de lo sucedido la última vez, experimenté un torrente de emociones mientras escuchaba en la radio como se iban desarrollando los hechos, decenas de edificios colapsados, algunos con personas adentro, una escuela con niños y maestros atrapados, destrozos en casas e iglesias en el estado de Morelos, hasta el monumento a la madre cayó haciéndose pedazos, terribles imágenes que me aplastaban el corazón, nuestros compatriotas sufriendo.
Hoy ha sido el recuento de los daños, de mirar cómo una vez más la solidaridad entre los mexicanos que sale a relucir cuando nos encontramos ante un desastre, es tiempo de apoyar con lo que se pueda, no solo a la gente de la capital sino también a la gente de los estados del sureste, la gente de Morelos y de Puebla, hoy por ellos mañana por nosotros.
Este desastre también me ha hecho reflexionar sobre mi trabajo, me ha hecho darme cuenta de la responsabilidad que conlleva diseñar una estructura sismorresistente, de darle a la gente un hogar que pueda quedarse en pie tras unos sismos como los acontecidos, y evitar que esas construcciones se conviertan en tumbas improvisadas, de la guerra constante que luchamos los ingenieros civiles en contra de los elementos, los desastres y la gravedad.
No queda más que decir, viva México, y citar parte del himno nacional, "piensa oh patria querida que el cielo, un soldado en cada hijo te dio".
Que Dios los bendiga.