Desde hacía mucho tiempo no me hacían viajar por trabajo, en esta ocasión tuve que ir a entregar planos para revisión a la ciudad de México, todo comenzó el miércoles 28 de abril, tuve que levantarme a las 5AM despedirme de mi esposa y emprender el largo camino a la capital. El viaje en sí no toma demasiado tiempo, contabilizando traslados de mi hogar al aeropuerto, el vuelo y hacia la dependencia a la que fuimos a entregar planos se hará mas o menos tres horas, esto sin contar los tiempos muertos de espera en los aeropuertos ni el fugaz desayuno al llegar a la ciudad de México, de ser contarlos en total diría que son más o menos seis horas, esto para tener una sesión presencial con la gente de gobierno de aproximadamente cinco horas y viajar de nuevo de regreso a Guadalajara ese mismo día, llegar cansado y enfadado a casa listo para dormir a las casi 10PM.
El motivo de estos viajes es ese, entregar información, no sé porqué no se pueden mandar las cosas por paquetería y revisarlas por medio de videollamada, bueno, de alguna manera lo sé, se me dijo que era para agilizar la revisión y entrega, además de que era un requerimiento presentarlo presencialmente, lo que ya no me queda claro es, en primer lugar ¿por qué no esperar hasta hacer la entrega final para dar la vuelta hasta allá? Y en segundo lugar, si el avance es lento de manera virtual ¿por que no hacer las juntas con más frecuencia? Si algo nos enseñó esta condenada pandemia es que no es necesario en la mayoría de las ocasiones vernos las caras para tener una junta de trabajo exitosa.
Estos viajes a la capital se repitieron semanalmente por tres semanas, la última tuvo la diferencia de que me quedé hospedado una noche allá, a pesar de ello, salimos muy tarde de la junta de revisión, en las tres ocasiones llegué a la casa hasta casi las 10PM.
Estos viajes no hicieron más que atrasarme en mi trabajo y dejarme exhausto ya que en realidad fueron poco productivos, lo bueno es que estas últimas dos semanas no se ha requerido de mi presencia (gracias a Dios).